sábado, 30 de enero de 2016

Entre letras perdidas (filosofías olvidadas): los males de las zonas no cartografiadas

El bicho de ciudad ansia los lugares ocultos, esos que cuando pasas con el auto apenas si se ven, ansia la tranquilidad y la calma que estos proveen, ansia la paz y el silencio de todos ellos.
El bicho de ciudad solo conoce su único mundo manchado de sangre desconociendo los pequeños sitios que proporciona la naturaleza muchas veces. Naturaleza de la cual, en muchos aspectos, carece su lugar.
El bicho de ciudad se siente tan pequeño, invisible y desprotegido que tiene esa falsa necesidad de huir, de huir a donde sea lejos de ese mar que lo ahoga de tensión todos los días. Es ahí cuando el bicho de ciudad desea la desconocida naturaleza oculta y la persigue como un niño caprichoso sin tener ni siquiera idea que el anonimato en esos lugares esta sobreestimado, de que está lleno de arpías y reyes de mal gusto, pequeñas hadas que no poseen alma, demonios en plena transición y cuerpos humanos que ni siquiera existen.
La verdad es que el bicho de ciudad tiene una creencia totalmente errónea.
El bicho de ciudad desea dejar de ser ordinariamente común y busca estos lugares para intentar conocerse más allá de todo vacío interno pero al contrario en esos lugares no llegaría a hacerlo nunca porque solo se conoce la parte de sí mismo que crean todas aquellas bestias para intentar adaptarse.

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