domingo, 20 de diciembre de 2015

Entre letras perdidas (filosofías olvidadas): los océanos que se encuentran en un bloqueo.

Las cosas que más recriminadas son aquellas que queremos a cambio. Ese es uno de nuestros mayores fracasos como seres humanos, querer, necesitar, ansiar, algo a cambio por lo que sea que hayamos hecho –de eso es de donde provienen los mayores conflictos relacionables.
Esto siempre ocurrió no es algo de ahora pero especialmente en este momento llama la atención; en la mayoría de las redes sociales (lo que vincula a todo con todo) muchas personas expresan sus descontentos hacia esta situación y a muchas me refiero a todo el mundo. Una simple frase resume todas estas numerosas causas en las que cometieron actos excesivos o no y del otro lado no hubo respuesta alguna cuando se pidió que reaccionara igual.
Parece un poco inútil comentar esto, especialmente por escrito, no tiene ningún fin y no va a lograr que tengamos en cuenta esto en ciertos aspectos porque somos ignorantes por naturaleza, lo que no es visible a nuestros ojos lo rechazamos –deberíamos empezar a ver más con nuestra mente.
Esto es más una queja que una conclusión.
Cegados por rencor esperamos de todo y ese es otro de los fracasos que cometemos. Hablando desde el lado emocional, es el enojo y la desilusión lo que nos hace posicionarnos así después de darnos cuenta de que la persona que consideramos importante no piensa lo mismo sobre nosotros. Tal vez sin tener consciencia de eso nosotros estemos creando estas reacciones también.
Para finalizar esta considerable queja, me empecé a preguntar ¿Y que si en vez tomar esto como unos pelotudos rencorosos lo tomáramos como el intento de haber sido buenas personas dando un apoyo estable? No estoy diciendo que deberíamos tomarlo con nuestras típicas reacciones de “no lo mereció” o “se lo pierde” porque eso en todos los sentidos dicho por nosotros mismos es estúpido y esta sobrestimado (demasiado), lo que estoy tratando de decir es que dejemos de afectarnos por cosas que no tienen sentido y seamos un poco más humanos, dejemos influenciarnos por el placer de sentirnos alguien al menos una vez al día y dejar de preocuparnos por intentar ser.
Dejemos de ser unos pelotudos.